Es tan triste la vida “social” de María Camila Villamizar en Medellín que el alcalde estaba buscando que la nombraran en Bogotá y la familia, preocupada por el evidente deterioro que muestra, había mandado para la ciudad a la hermana menor, a que la acompañara, al menos en el apartamento.

Incluso la semana pasada, que toda la cúpula del piso 12 estaba en Cúcuta y en Bogotá, algunos secretarios habían dicho a los empleados que todo cambiaría en el despacho y que llegarían “aires de respeto a las personas”.

Lo primero no se logró y María Camila Villamizar no fue nombrada en el ministerio de las TIC, como habían augurado chismes radiales.

Incluso se habla del viaje inútil del alcalde Daniel Quintero a Italia, dónde se reunió en privado con el presidente electo y el jefe del partido liberal, Cesar Gaviria Trujillo.

Lo segundo depende mucho de la familia, que mandó para Medellín a la hermana menor, tratando de que la Villamizar bajara su nivel de agresividad y que tratara de canalizar las energías a lo bueno y que no siga convirtiendo todo “en energía negativa”.

Incluso la propia familia escuchó la historia de cómo ella mandó a instalar una puerta especial en su oficina del piso doce, la cual solo permite ingresar con reconocimiento “biométrico”.

Normalmente estos sistemas trabajan mediante la huella dactilar, el iris o el reconocimiento facial, pero ella, quizá por su inseguridad personal, obligó a que quien quiera llegar a su oficina deba ingresar con el iris o el reconocimiento facial, pero para ella solo la huella. “Yo no voy a poner mi cara ahí”, se escuchó.

¿Quién odia a los antioqueños?

Ante estas historias, que cuentan los propios secretarios de despacho, la familia mandó a la “hermanita menor” a Medellín, desgraciadamente, el no nombrarla seguramente afectará más su estabilidad y por eso este lunes los empleados estaban pendientes de si se podían “arrimar” o no.

La respuesta es NO, porque María Camila Villamizar no fue nombrada ministra y seguramente seguirá diciendo, “paisas, los odio maricas” …”