Tomás Carrasquilla escribió en 1897, hace 126 años, En La Diestra de Dios Padre, la historia de “Peralta”, un antioqueño tan buena persona que Jesucristo, al lado de San Pedro, se le aparecieron en su casa a “tentarlo” y saber si era tan bueno, como las almas que subían el cielo contaban.
Aunque solo tenía “media arepa tiesa y requemada”, Peralta les ofreció posada y comida.
Pero la prueba era mayor, los “peregrinos” madrugaron y dejaron sobre la cama una mochila, llena de “monedas de oro de mi Dios”.
Peralta entonces se fue tras ellos a entregarles el tesoro y en premio, Jesucristo le prometió cumplirle 5 deseos.
Aunque San Pedro le hacía señas y casi le gritaba “¡El cielo, hombre! ¡Pedí el cielo! ¡No sias bestia!», el malicioso hombre pidió “siempre ganar en el juego”, segundo “que siempre le mandara la muerte por delante y no a traición”, como a los demás paisanos, tercero “detener en el puesto que él quiera a quien él señalara”, quinto “que el patas no me haga trampa en el juego” y CUARTO “volverse chirringuitico como una hormiga…”
Quizá con ese mismo Jesucristo y ese mismo San Pedro se encontró Tomás Carrasquilla el 19 de diciembre de 1940, cuando este hombre ciego y tullido vio que la muerte se le vino de frente y lo calmó de tantos dolores y malestares que le causaban el cigarrillo (se fumaba hasta 80 en un solo día) y el aguardiente que, sumados a la caída de un caballo, lo tenían con la mitad de sus huesos destruidos y con una artrosis que trataba de vencerlo, aunque nunca pudo, porque escribió hasta el último día de vida.
Sus restos, entonces pasaron por el Cementerio de San Pedro y luego fueron a la cripta de la Catedral Metropolitana y allí estuvieron desde 1971.
Más de 50 años después, Gustavo Álvarez Gardeazábal, con la “locura” que dan los años y la sapiencia, compró una tumba en el Cementerio de San Pedro, para que lo enterraran “parao”, cual Peralta que murió y pidió lo enterraran a “la entrada del cementerio… donde todos lo pisaran harto…”
Pero Gardeazábal, malicioso también como Peralta, muy seguramente pensó que en su tumba tendrá noches eternas y que ya tiene a su lado a un contertulio ideal, Jorge Isaacs, pero que le faltaba otro, Tomás Carrasquilla.
Y en ese ir y venir a Medellín, a revisar su tumba, habló con los directivos del Cementerio y con la familia de Tomás Carrasquilla y los convenció de llevar los restos a la tumba que queda a su diestra.
Este miércoles, 19 de abril de 2023, y tras 52 años en una cripta en una iglesia, Tomás Carrasquilla volvió al cementerio de San Pedro, en un homenaje de Gardeazábal, de la familia y del propio cementerio que lo destacarán allí como el escritor antioqueño que debió ganarse un Premio Nobel de Literatura, por la métrica y la estructura de sus cuentos y novelas.
El quinto deseo concedido por Jesucristo a Peralta lo llevó a ganarle al Diablo “en el tute” y recuperar, de los propios infiernos, «treinta y tres mil millones de almas…»
«Hombre, Peralta; ¡otro como vos no nace, y si nace, no se cría!, le dijo Jesús.
Y allí, su cuarto deseo, que solo él sabía su finalidad, estar En La Diestra de Dios Padre:
… Y entonaron todos los coros celestiales el trisagio d’Isaías, y Peralta, que todavía nu’había usao la virtú di achiquitase, se fue achiquitando, achiquitando, hasta volverse una Peraltica de tres pulgadas; y derechito, con la agilidá que tienen los bienaventuraos, se brincó al mundo que tiene el Padre en su diestra, si acomodó muy bien y si abrazó con la Cruz. ¡Allí está por toda la Eternidá! En La Diestra de Dios Padre.
Algún día, que ojalá sea lejano porque Gardeazábal es imprescindible en la Colombia de hoy, nadie querrá perderse las tertulias de quienes habiten el Cementerio de San Pedro. Muy seguramente Tomás Carrasquilla, Jorge Isaacs y Gustavo Álvarez Gardeazábal convocarán, por lo menos, a 33 mil millones de almas.