El uso de mascarillas o tapabocas estaría inmunizando a los seres humanos del coronavirus, dice un estudio de la revista New England Journal of Medicine.

Según el escrito, el uso de mascarillas o tapabocas podría estar reduciendo la gravedad del virus y creando inmunidad, al igual que hacen las vacunas.

“El enmascaramiento facial también puede proteger al usuario de la infección, al bloquear la entrada de partículas virales en la nariz y la boca… las investigaciones epidemiológicas realizadas en todo el mundo, especialmente en los países asiáticos que se acostumbraron a la población enmascaramiento durante la pandemia de SARS de 2003 – han sugerido que existe una fuerte relación entre el enmascaramiento público y el control de la pandemia”, dice el New England Journal of Medicine.

De confirmarse dicho supuesto, el uso universal de mascarillas podría contribuir a aumentar la proporción de infecciones asintomáticas por SARS-CoV-2 o bien que la infección cursara con una sintomatología muy leve.

A mediados de julio, se estimó que la tasa de infección asintomática con SARS-CoV-2 era del 40 %.

Sin embargo, ahora parece que las tasas de infección asintomática son superiores al 80 %, en entornos con uso de mascarilla.

Los datos virológicos, epidemiológicos y ecológicos han demostrado que el uso de la mascarilla protege de la infección.

Pero, además, en el caso de que esta se produzca, hace que los síntomas de la enfermedad resulten más leves.

Esto es así porque uno de los factores que condiciona la gravedad de la enfermedad es la carga vírica recibida.

Es decir, la cantidad de partículas víricas que producen el primer contagio.

¿El tapabocas atenúa la difusión del virus?

En las infecciones víricas en las que las respuestas inmunitarias del hospedador desempeñan un papel predominante en la patogénesis vírica, como es el caso del SARS-CoV-2, las dosis altas de inóculo vírico pueden colapsar y desregular las defensas inmunitarias innatas, hecho que aumenta la gravedad de la enfermedad e incluso provoca la muerte.

Así pues, como el inóculo vírico es importante para determinar la gravedad de la infección por SARS-CoV-2, las mascarillas, al actuar como un filtro que reduce la carga vírica que llega a las vías respiratorias, atenuarían el impacto clínico posterior de la enfermedad, en caso de contagio.

Finalmente, las tasas de letalidad en países con mascarilla obligatoria en de toda la población se han mantenido bajas, incluso con en aquellos que han sufrido la segunda ola.

Mientras esperamos los resultados de los ensayos con vacunas, las medidas de salud pública que puedan frenar las infecciones graves y hacer que la proporción de infecciones asintomáticas por SARS-CoV-2 sea mayor contribuirán a aumentar la inmunidad de toda la población, con un menor número de casos graves y muertes.

Al final parece que el uso de la mascarilla resultará mucho más importante que lo que parecía al inicio de la pandemia.

Lea quí el estudio completo: https://www.nejm.org/doi/full/10.1056/NEJMp2026913