Las firmas de Albert Corredor, para poder inscribirse como candidato a a la Alcaldía de Medellín, era “Más de trescientas cincuenta mil (350.000)”, según decía en su publicidad. Este 10 de agosto, la Registraduría Nacional del Estado Civil señaló que solo eran válidas sesenta y un mil setenta y nueve (61.079).
Eso, en términos parroquiales, significa que, en las más de 350.000 firmas de Albert Corredor, 288.921 (doscientas ochenta y ocho mil novecientas veintiuno) eran “chimbas”.
El informe oficial de la Registraduría Nacional del Estado Civil está firmado por Roberto Carlos Cadavid Martínez, Director del Censo Electoral de la Registraduría Nacional del Estado Civil, la misma persona que certificó que Juan Camilo Restrepo recogió 97 mil firmas, Paulina Aguinaga 140 mil y Luis Bernardo Vélez 110 mil firmas.
Además de ser firmas “chimbas”, y de que el candidato “dejó pelos en el alambrado “y casi no alcanza el número suficiente para poderse inscribir, también significa el rechazo de la ciudad a todos lo que ayudaron o son cómplices (por acción u omisión) en los actos de corrupción en que se señala todos los días a Daniel Quintero, a quien en Medellín llaman en el nuevo samuel moreno.
Además, el escaso número de firmas de Albert Corredor le da un campanazo al candidato que queda, en apoyos ciudadanos, muy relegado frente a otros aspirantes que si presentaron firmas válidas y que, muy seguramente, tendrán más apoyos reales en las urnas este domingo 29 de octubre.
Las firmas de Albert Corredor resultaron más cuestionadas que los títulos del Censa, una institución educativa de su familia que, según las denuncias, se especializó en entregar certificaciones y títulos a Daniel Quintero y sus secuaces.